viernes, 20 de enero de 2017

Devolver

(Artículo publicado en El Periódico el 7 de enero de 2017)

Hoy es el día de cambiar los regalos. Todas esas ilusiones envueltas que hay que devolver. Otro año que no acierto. ¿Qué quieres que te regale? Algo que se pueda devolver. Como si los regalos fueran vómitos y ninguno se quedara en el estómago. Estrenamos el año haciendo fila para comprar algo y lo continuamos haciendo fila para que nos lo cambien. La sorpresa es algo así como las muelas del juicio, algo que va desapareciendo. Abres el envoltorio buscando el tique regalo. Otro año que no me aciertan. Por lo menos ya se acaban las luces, los turrones, las músicas navideñas y los comentarios sobre el vestido de la Pedroche. Eso sí que hace ilusión. Lo dejamos atrás como se quedan las listas de lo mejor del año pasado. Ahora tocan las rebajas. Aparece Pablo Iglesias abrazado a un tronco que le está diciendo cosas. Pienso en la capacidad de mi cuerpo para aguantar cosas. Aguanto dolores, horas de trabajo, noches sin dormir y olores fuertes en el transporte público. Soporto, con mucha educación, a personas que sólo se merecerían berridos. Me sigo resistiendo a los purés, pero tolero que figuren en las cartas de los restaurantes. La dejación internacional con el tema de los refugiados, eso lo sigo llevando muy mal. La nata, los cupcakes, el mindfulness, los consejos no solicitados, la programación de televisión, los Cantajuegos, al Gobierno, el cinismo, los imbéciles, los moralistas, el machismo, el color rojo para la ropa, los gimnasios, los juguetes esparcidos por la casa como si fueran minas antipersona, que me cambien la emisora que tengo sintonizada en el transistor, Trump, que me hagan perder el tiempo, los gritos, la expresión huelga decir. Sobrellevo todas estas cosas. Los pies siguen dando pasos, el esqueleto soporta mi peso, con todos sus órganos y padecimientos dentro, y las caderas me permiten zarandearme sin romperme. Pero sale Pablo Iglesias con su tronco y me explota el cuerpo. No lo aguanto todo. Con lo de la carta a la abuela de Podemos ya gasté todo el repertorio de caras de los emoticonos, pero esto del tronco lo ha superado. No entiendo nada. Como tampoco entendí que al saltar a las pantallas la lucha de espadas en Podemos, las que entraran a partirse la cara fueran ellas. De nuevo ellos, dos hombres, como protagonistas, en el centro del debate. De nuevo ellas como personajes secundarios, mujeres del equipo de Iglesias o Errejón, que aparecen sólo para dar explicaciones de lo que hacen o dejan de hacer ellos. Como sucede de manera mayoritaria en los patios de los colegios. Ellos jugando en las pistas, ellas mirando. Papeles activos y pasivos que cuesta modificar. Me chirría que esto suceda y me molesta que haya pasado tan desapercibido. Que desde la izquierda que quiere cambiarlo todo se perpetúen actitudes reaccionarias. Luego decimos un todas y todos y listo, solucionado el tema de la igualdad en el discurso. No sé por qué me pongo tan intensa ahora que me llega mi turno. Quería devolver esto.

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