martes, 11 de abril de 2017

Esquiar sin nieve

Ver aquí el artículo publicado en la web del Periódico.

El articulismo está hecho de vísceras. Los textos se escriben con lo que se te queda atascado en las tripas. Casi siempre con aquello que te duele o escuece. Nos encontramos con cosas que nos agradan. Leemos artículos o entrevistas interesantes. Le damos al «Me gusta» y seguimos viendo el resto de publicaciones. Rápido. En las polémicas nos detenemos. Las viralizamos. Nos enfadan. Lo contamos. Dejamos que nos manchen y lo ponemos todo perdido. Arrinconamos la belleza compartiendo un vómito tras otro. Como si nuestras vidas tuvieran más resacas que fiestas. Y sí, tenemos un mundo horrible en muchos de sus trozos. Tratamos de poner la voz como remache. Le rasgamos las junturas y volvemos a cosérselas de una forma menos fea. Siguen asesinando a mujeres, ocurre en todos los muros pero no en las portadas de los periódicos. No abre telediarios. Es complicado ponerle freno a golpe de clic. Un autobús, que nos habla chillando, se detiene en nuestras pantallas para agarrar bien fuerte nuestra indignación y que no se nos despiste. Los niños tienen pene. Las niñas tienen vagina. Sí, hay que rebelarse contra la intolerancia, pero no sé si también estaremos replicando el grito, amplificándolo. Hacer más grande el despropósito, embadurnar la actualidad de exclamaciones. Intentamos pararlo. Que no llegue al colegio de nuestras criaturas. Ya, también. La lucha hoy va armada de campañas de recogidas de firmas, emoticonos, redes sociales y chascarrillos. Hacer chistes es la mejor manera de desactivar lo solemne. No se dice guardería, se dice escuela infantil. Cuando Irene Montero y Hazte oír se enteren de que mi hija llama Pepe a su muñeca y tati a sus zapatos, me quitarán su custodia. Llamar a las cosas por su nombre. Está muy bien cuidar el lenguaje, pero. Este pero es tan grande como una guardería. También podemos detenernos en las estrecheces de la conciliación, en las pocas plazas de guarderías públicas, en la fragilidad del mercado laboral, en los embarazos como causa de despido... En todo eso. El eurodiputado Janusz Korwin-Mikke ha eructado que las mujeres debemos ganar menos dinero que los hombres porque somos «más débiles, más pequeñas, menos inteligentes». Ahí lo tenemos, un autobús de idiotez participando en la definición de la política europea. Y todavía no hemos generado los muros de contención que nos mantengan a salvo de algunas personas que gobiernan nuestros destinos.

Escribo todo esto y sigo manchando nuestros tiempos con relatos gastrointestinales. Relajemos el enfado. Me encuentro con Adrián Solano, un esquiador venezolano, que llegó al Mundial de Lahti sin haber pisado nunca la nieve. Compitió en esquí de fondo. Sólo había podido entrenar con patines. Le costaba mantenerse de pie sobre los esquís. La organización le obligó a retirarse sin completar la prueba. Lo importante es participar, dijo al acabar. Y ahora ya sé lo que es la nieve.

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